miércoles, 8 de junio de 2011

EL PRIMER COMENTARIO: QUE TERMINÓ EN RESEÑA.

Esta mañana me he despertado con esta maravilla en mi correo electrónico. Es de agradecer que alguien compre tu libro, que lo lea en tan poco tiempo -con las vidas tan complicadas que llevamos- que le guste y encima te regale esta magnífica reseña. Mi compañero Miguel Ibáñez ha tenido la gentileza de hacerme, hacernos, este regalazo. Como te he dicho, cosicas así justifican todos los esfuerzos para parir a una criatura, abollada para más inri.

Muchísimas gracias, Miguel, de todo corazón.


GENTES ABOLLADAS

Estamos solos.

La puta que conoce al fin a un cliente que no desea ejercer su poder sobre ella, sino a alguien que le escuche. De igual a igual.
La puta que se encariña con él, porque necesita encariñarse. Un relación sin mentiras.
El hombre y su enfermedad, y sus manías y su psiquiatra y sus padres por los que siente lástima. Ni siquiera pide comprensión.
Solo pide respeto y le gustaría que le publicasen su libro.
Tú también. Porque te ahogas de rabia al perderla en un accidente. Porque la gente no debería morirse en verano. Porque la buscaste
en otros ojos. Porque quizá envidies a todas las criaturas minúsculas que han mantenido contacto con la persona que amaste y
junto a la que estás enterrado sin saberlo.
Alguien vomita su miedo en el lavabo del hotel. Todos sabemos que Manuel Caballero morirá. Él no lo sabe todavía. Aún tendrá que
pasear su soledad entre los fotógrafos, la policía y la capilla. Encontrará a su cliente (el toro), y, como la puta con el ex presidiario,
compartirá el juego y el mismo destino.
Guillermo tiene un trabajo rutinario. Aprovecha el viaje en autobús para dejar volar la imaginación y para aplicar sus dotes de observación
en los compañeros de viaje. Nos encontramos en un enjambre de complejos y frustraciones. Guillermo no quiere tirarse otros veinte años
viajando así, él aspira a coches largos en los que el cuero resbala y las mujeres se arrodillan. Pero todos sabemos que lo hará.
Qué decir de Martín que estuvo a punto de no cumplir el primer mes. Siempre necesitará depender completamente de otros. Siempre
en la cuerda floja. Siempre su madre. Mami tengo frío.
Sí. Tu amigo creyó que dejaba a la japonesita en su tierra. Quizá la historia más trágica. Un hombre enganchado a un amor imposible. O
a sus ramitas de mandarino.

Pero al final siempre habrá un Juan de Dios que nos permita la entrada a su boquetería. Que nos redimirá con su magia y su fantasía.
Y verá repleto su local con los aldeanos y gentes de los alrededores. Gentes abolladas. Porque todos necesitamos, como la niña,
un boquete por el que podamos ver el mar. Porque todos sabemos que Juan de Dios ha aparecido en todos los relatos del libro. En sus
manos están las crucetas de Guillermo, Manuel Caballero, Martín...Y mueve los hilos desde el respeto y la ternura.
Pero Juan de Dios, no debe temer nada. En Gabor no ha triunfado la revolución. Al final se atrevió a publicar el libro.


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