Antepenúltima explicación, si es que alguien la solicitó.
Manías se hizo en doce horas. La chispa fue un documental en el que hablaban
del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo). Varios enfermos, y sobre todo sus
familias, hablaban de este dramático síndrome y de todas sus penalidades. Era
desolador escuchar las narraciones de los afectados y de quienes convivían con
ellos. No puedo olvidar la mirada absolutamente derrumbada del padre de una de
las chicas, incapaz de emitir una palabra sin echarse a llorar, y la entereza y
dignidad de la madre que hacía de tripas corazón. Abollados.
De los casos que allí salieron
fui cogiendo cosas de unos y otros, fabulando un poco después al
entremezclarlas, para crear al personaje protagonista. Me fui a la cama
abatido, solo en la casa a oscuras, y creo que soñé con la historia. Al día
siguiente cogía un autobús para ir a reunirme con mi familia a Suances. Era
verano y hacía calor.
Lo escribí de tirón en las cuatro
horas que duraba el viaje, en mi moleskine recién estrenada, regalo de mi
cumpleaños cercano. No he vuelto a tener esa sensación al escribir. La chica de
al lado, retratada en el texto, escuchaba música a través de sus auriculares y
hacía unos dibujos maravillosos. Los dos juntos, tan cerca y tan lejos, un par
de abollados rumbo a la playa. Levanté los ojos y allí estaba el mar verdoso
que casi no recordaba.
Los enfermos mentales, suponiendo
que éstos lo sean, siguen dando vueltas en mi cabeza. Los loquitos de Silentium
tienen mucho de ellos y de otro documental que un día os contaré. De momento es
todo.
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